Porcelana de Sévres

Descripción:
Corbella en porcelana de Sévres de color azul cobalto y bronces dorados tallados y cincelados al mercurio.
La base es bronce dorado y tallado, el pié de sévres blanco con flores y azul cobalto con oros.
Entre medias de el pié y la corbella tiene una base de bronce de la cual salen dos abrazaderas de bronce que terminan en la parte superior en dos bellísimas cariátides con busto de mujer griega, estas figuran las asas.

El cuerpo central de la corbella, es azul cobalto con oros, en el centro tiene pintada, escena galante. En la otra cara el medallón es un gran rosetón de flores. En la parte superior remata con greca de bronce dorado, deliciosamente tallado y cincelado, esta greca queda totalmente encajada en la porcelana y sujeta por las asas.
Por dentro la corbella es de color blanco y tiene gran greca de flores y en el fondo tiene las marcas y alrededor de estas otra greca con flores.

Medidas: 50cm Alto x 51cm Ancho x 30cm Fondo

Material: Porcelana de Sévres

Tema: Centro, corbella

Escuela: Francesa

Epoca: Primera mitad del Siglo XIX

Estado: Perfecto

Notas:
Pieza perfecta sin ningún tipo de restauración.

Historia de la porcelana de Sévres:

Entre las Fábricas francesas encontramos ejemplos de la fábrica de Vincenes, posteriormente llamada Sévres, que toma el nombre de la ciudad donde está, con características decoraciones florales con varios tonos de azul y rosa de temas florales y escenas de amaneceres en las campiñas de las familias reales.
Las fábricas francesas de Sévres y de Vincennes, igual que Meissen en Alemania, gozaban de la ayuda estatal y podían dedicarse a la producción de artículos suntuarios. Sus artistas introdujeron nuevos y sinuosos diseños rococó, con ricos colores de fondo.

Después de la porcelana de Meissen, la más celebre y en algunos aspectos superiores a aquellas, la de Sévres.
Los antecedentes de esta cerámica se encuentra en Saint Cloud, donde se produjo una porcelana muy apreciada hasta 1766, época en la que varios fabricantes rivales lograron hacerse con la formula de elaboración de su pasta, en particular el Príncipe de Conde y el Duque de Villeroy, de cuyas fábricas de Chantilli (1726-1800) y Mennecy (1748-1806) salieron obras de mayor delicadeza y naturalismo. Ambos se inspiraron en las piezas orientales y en las de Meissen, pero pronto desarrollaron estilos propios para la pintura de flores y el modelado de figuras.

El paso más significativo fue que la corona tomara bajo su tutela la producción de porcelana, la Fábrica de Vincennes se fundó en 1738 y en 1740 ya estaba produciendo objetos en pasta blanda y escultura monopolio real. En 1756 se produjo el traslado a Sévres. Con el impulso financiero del patrocinio de Luís XV, otros miembros de la familia real, Madame de Pompadur y Madame de Barrí, la fábrica pudo contar con artistas de primera fila como el orfebre real Claude- Michel Clodion y Jean- Antoine Houdon y los pintores Jean-Baptiste Oudri y Francois Boucher.
Pasado un cierto tiempo, Sévres eclipsaría a Meissen en los dictados de la moda en porcelana. Sévres producía figuras vidriadas y de Biscuit y sus flores de porcelana, modeladas con gran realismo, con tallos de metal, que se colocaban en grandes floreros.
En porcelana blanca se pintaban también pájaros, paisajes y más adelante,
temas clásicos. Sévres desarrolló tonalidades especiales: azul oscuro, el gros blue o blue lápis; turquesa, el blue celeste, un rosa claro o rose Pompadur, verde y amarillo. Los fondos coloreados podían ser veteados o jaspeados en oro. La década de 1770 fue testigo de cómo la frivolidad del rococó daba paso a la elegancia neoclásica.

Un paso más en el desarrollo de la porcelana fue la elaboración de placas esmaltadas con flores para incustrar en los muebles más lujosos y otras de las innovaciones fue la decoración de joyería. Para entonces Sévres ya fabricaba porcelana de pasta dura, tras el descubrimiento de yacimientos de kaolín en la zona del Lemosín, sin embargo, la pasta blanda no dejó de fabricarse hasta comienzos del siglo XIX, en que, tras la depresión económica producida por la Revolución Francesa, el hábil director Alesandre Brogniart restableció el buen hacer de Sévres, que para entonces era Fábrica imperial.
Se pintaron entonces magnificas vajillas con paisajes o escenas de gusto patriótico en los que predominaban los fondos de colores oscuros con profusión de dorados.
Durante el siglo XIX, Sévres mantuvo el liderazgo técnico y artístico contratando escultores y artistas sobresalientes, pero en el siglo XX se volvió a la fabricación de piezas de estilo dieciochesco.

Bibliografía: Historia de la porcelana de Sévres.

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